fotografía de AP, tomada de web Semana |
... pues ocurren cosas como la que ocurrió la semana pasada. El periodista colombo-sueco Joaquín Pérez Becerra, fue detenido en Venezuela y deportado a Colombia para rendir cuentas por acusaciones - las de siempre- con las pruebas de siempre - el computador de Reyes...-. Esas pruebas que hasta la misma Interpol puso en duda.
Sin entrar en detalles, parece que por el momento tenemos tan sólo una clara: que una llamada de un genocida a un presidente, cuando está avalada por jugosos contratos mercantiles, u oscuras promesas geopolíticas- ¿quién sabe?-, vale mucho más que la legalidad internacional. Por eso, aunque no está nada claro que efectivamente hubiera órdenes de la Interpol para actuar, y pese a que Joaquín Becerra fuera exiliado político en Suecia, ciudadano sueco, y NO ciudadano colombiano, fue deportado como una garrafa de gasolina de contrabando. Una cabeza más que contará como trofeo, un chivo expiatorio más que pagará por su papel informativo.Una persona más que engrosará las listas de presos-as políticos-as en Colombia, pese a que hace más de dos décadas huyó de ese país para evitarlo.
Otro triste ejemplo en el que la Historia nos demuestra que los derechos y leyes, pese a constituir un horizonte y una herramienta de vindicación de la dignidad, la solidaridad y la igualdad, son en la mayor parte de ocasiones papel mojado.
- Suecia está pidiendo explicaciones, y las pidió...
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