21 de octubre de 2012

Proceso de Diálogo


Proceso de Diálogo

Las mentiras del gobierno colombiano

Por: Plataforma de Solidaridad con Colombia Madrid

Hace un tiempo, cuando se empezó a hablar de los posibles diálogos entre la insurgencia y el gobierno colombiano, nos hacíamos la pregunta de: ¿se camina hacia la paz?. Y nuestro planteamiento era claro: el conflicto colombiano tiene unas fuertes raíces sociales, que deben ser resueltas para que exista una salida política efectiva. Además hacíamos una comparativa de otros procesos anteriores con el mismo grupo insurgente, es decir, las FARC-EP. Coincidiendo en que cada uno de ellos encerraba un plan macabro por parte del gobierno, explicado únicamente por la correlación de fuerzas existentes, junto con unos intereses materiales objetivos a los que representa y no por impresiones o “maldades” subjetivas o personalistas de ciertos gobernantes.  

Hoy no es la doctrina de seguridad democrática, ni la persecución del flagelo comunista y el narcotráfico. Tampoco el Plan Colombia, pero si la mega minería y la agroindustria que pretende expulsar a las comunidades campesinas de su territorio; es decir, la tenencia de la tierra continúa siendo después de más de 50 años uno de los principales males endémicos del país. No por muchas repeticiones a la opinión pública sobre las supuestas mejoras de vida a las que alude el propio Estado significa que sean verdaderas.

Con todos estos elementos sobre la mesa, esperamos con ansiedad el día en que tanto el gobierno como la insurgencia se pronuncien respecto a los objetivos que les llevan a la mesa de diálogo. Las  FARC-EP explican claramente su carácter ideológico: La desigualdad social como causa del conflicto interno, la paz con justicia social y la soberanía, donde el pueblo debe ser el protagonista. Con el silencio de las armas solamente no será posible que haya paz.

La sorpresa para algunos es la reacción por parte del representante del gobierno cuando tajantemente dice que :“No está en discusión el modelo económico, ni el modelo de desarrollo[…] ni la inversión extranjera, ni la propiedad privada. Eso es cosa de la ideología de las FARC. Aquí lo que se pretende es terminar con un conflicto armado”. “Cuando me he referido a las víctimas he querido decir claramente que las FARC tienen que dar la cara frente a sus víctimas”, en respuesta a un periodista de TVE sobre las víctimas de la UP.  Quiere decir que en este proceso lo que busca   el gobierno es el abandono de armas por parte de la insurgencia, tal como ocurrió con la desmovilización del M19, el Quinten Lame, una excisión del EPL. ¿Qué cambios sustanciales se dieron posterior a estos procesos?: e l asesinato de una gran parte de la dirigencia de estos grupos, el exterminio político  y el abandono de los combatientes, aunque muchos de los que hoy subsisten en las entrañas del sistema digan que ha valido para algo. La historia no puede ser desdibujada para calmar las conciencias de quienes viven acomodados en la parcela de poder obtenida a cambio de la traición. Está equivocado el señor Humberto de la Calle cuando dice: “las FARC debe dejar primero las armas para hacer política”. Es la misma monserga para crédulos que no ven dos dedos más allá de su frente. Hoy mismo vivimos la persecución y criminalización de la protesta social y popular, que enarbolan las banderas del cambio, como es el ejemplo del Movimiento Social y Político Marcha Patriótica.

Según el comunicado conjunto del Gobierno y la Insurgencia, el primer punto que se ha de tocar es:  ‘Política de desarrollo agrario integral’ . Y si como dice el señor de la Calle el modelo económico, el modelo de desarrollo y la inversión extranjera no están en discusión. ¿De qué desarrollo hablamos, entonces?.  Y en el punto de: ‘Participación política’, si el movimiento social y popular no empieza por formar parte de ese diálogo, entonces, ¿dónde queda este enunciado?. Y si además el tema de: ‘Víctimas y verdad’, sólo va a referirse al 6%, que es lo que según las estadísticas de las organizaciones de derechos humanos, corresponde a la insurgencia, ¿dónde se queda el 94% restante, donde el estado es parte por acción (fuerzas militares) y por omisión (permitiendo y auspiciando grupos paramilitares)?. Quiere decir entonces que seguiremos hablando de impunidad, que los crímenes de estado no serán resueltos. Ahora además blindando jurídicamente a los militares (a través de fuero militar). Y eso sin hablar de los crímenes de lesa humanidad. Así que de solucionar el problema de las drogas y el fin del conflicto, que son los otros dos puntos a tratar, mejor ni hablar.

Después de escuchar y analizar atentamente la rueda de prensa en Oslo, y poniendo estas cuestiones encima de la mesa, pensamos que nos quieren dar gato por liebre. Así no es señores; ni el pueblo colombiano, ni la opinión pública nos comemos este filete. Y como dice el refranero popular: “a otro perro con ese hueso”. Exigimos respeto y la participación del Movimiento Social y Popular, para que este proceso se convierta realmente en una Salida Política al conflicto interno que azota a Colombia desde hace ya tantas décadas. No creemos en una Paz de los cementerios que continúe desangrando al pueblo con la violencia estructural del capitalismo.

Colombia: Conflicto Interno, político, social y armado


Colombia: Conflicto Interno, político, social y armado.
 ¿Se camina hacía la paz?

Por: Plataforma de Solidaridad con Colombia

Los que nos hemos acercado a Colombia, desde la perspectiva de la solidaridad política, con los movimientos sociales y populares, que desarrollan sus luchas en pro de una Colombia distinta a la de la guerra y la barbarie a que se nos tiene acostumbrados, recibimos cada intento de diálogo con el anhelo de que esta vez sea posible. Sin embargo no podemos perder de vista los antecedentes históricos, así como los procesos de paz que anteceden al actual.

Los Diálogos de la Uribe que se dieron durante el mandato de Belisario Betancourt con las FARC-EP en 1984, dejó tras de si el Genocidio de la Unión Patriótica, Partido político de carácter pluralista que buscaba, a través de las urnas, cambiar la imagen pobre y desigual por la de un país en paz, justo y equitativo. No hubo paz, y en Colombia además de continuar con el conflicto armado, se incrementó el accionar del terrorismo de estado en contra de la oposición política. Represión, asesinatos, desaparición forzada, desplazamiento y exilio quedaron en nuestro imaginario colectivo, y hoy permanecen en la memoria de muchos, en la lucha porque ese magnicidio no quede en la impunidad y no sea repetido.

El proceso de diálogo más cercano, fue el del Caguán en 1998, durante la presidencia de Andrés Pastrana. La comunidad internacional tuvo un gran protagonismo a través de los países facilitadores y grupo de países amigos del proceso. Su final no muy distinto al anterior proceso de diálogo. Las zonas desmilitarizadas durante el procesos fueron copadas por fuerzas militares y paramilitares, aniquilando a los habitantes de estas regiones por considerarlos colaboradores del movimiento guerrillero; detenciones arbitrarias, desplazamiento forzado, incremento del pie de fuerza y la represión.

Si analizamos el lenguaje usado por el gobierno durante los diálogos del Caguán, vemos que no difiere mucho del actual. Es así como de repente los gobernantes han visto la luz, que les permiten visibilizar las causas que dan origen al conflicto y que definitivamente hay que aniquilar para llegar a una paz verdadera.

Si analizamos algunos apartes encontramos puntos concretos como por ejemplo:

1. El diálogo en medio de la guerra, cuyo significado era evidenciar la voluntad de diálogo de las partes, clarificar que se podía llegar a un acuerdo aunque en el resto de las regiones desmilitarizas se siguiera confrontando. Hoy aunque no se desmilitarice y se haya decidido dialogar fuera del país, se mantiene el pie de guerra.

2. En cuanto a leguaje gubernamental, encontramos a un Pastrana y a un Santos, convencidos de que el problema también es social, que la desigualdad es el mal, que hay que trabajar por otro modelo de país. En esta parte cabe traer a colación las palabras de quien fuera comisionado de paz en el 2000, Fabio Valencia Cossio, quien en Alcalá de Henares, hablo de “el gran sentido de tolerancia”; y de que “queremos un país justo”; y algo mucho más significativo “Nosotros estamos apuntando también, y en eso estamos de acuerdo con la guerrilla, a solucionar los problemas estructurales del país: problema económico, social y político” apuntaló además que “la paz es una política de estado”.

3. En cuanto a quienes se sentaron y se sientan en la mesa por parte del gobierno, recordemos que Fabio Valencia Cossio tiene un hermano preso por vinculación a grupos paramilitares, ese paramilitarismo del que anotaba “El segundo compromiso que hicimos es que la lucha contra el paramilitarismo, es una política de Estado”. Sin olvidar además que también Valencia Cossio, fue ministro de interior y justicia, con el gobierno de Alvaro Uribe Velez y su política de seguridad democrática, que impulsó el accionar paramilitar en todo el país. También el actual presidente participó como ministro de defensa y jefe de las fuerzas militares durante la época de los falsos positivos del ejército.

4. ¿Y el general Naranjo? hoy sentado como parte del gobierno, de quien el periódico la Vanguardia apunta que “Tiene un lado oscuro”, esto debido a la violación de derechos humanos a través de detenciones colectivas y arbitrarias, y de quien también se dice ha estado vinculado a grupos paramilitares; paradojicamente un hermano suyo está preso en Alemania por Narcotráfico, flagelo al que se mofa combatir.

Aclaramos que con estas consideraciones, no pretendemos en ninguna medida opacar la luz esperanzadora que se abre con las posibilidades del diálogo, a una salida política a esta confrontación sin cuartel. Lo que intentamos es que no sea una esperanza eufórica, si no consciente y vigilante con lo que se pueda presentar.

Analicemos también el momento actual, por qué al gobierno le interesa el diálogo ¿será por la explotación agroindustrial y la megaminería? Recordemos que la insurgencia ha propinado golpes al capital trasnacional, energético y minero.

Si al gobierno realmente le interesa solucionar las causas del conflicto, ¿por qué intenta engañar al estudiantado, que a través de la toma de las calles paralizó la ley 30, que pretende encarecer la calidad y el acceso a la educación pública?; ¿Por qué continúa estigmatizando a la oposición política a través de la criminalización, como lo está haciendo con el Movimiento Social y Político Marcha Patriótica?; ¿Por qué continúa haciendo caso omiso al hacinamiento carcelario, a la negación de atención médica a las y los presos políticos?; ¿por qué continúa aupando la agroinduistria y la megamineria que arroja a miles de campesinos de sus territorios y encarece el abastecimiento alimentario? ¿por qué prima el uso del agua para la minería antes que para el consumo de la población?

Todas estas son causas de conflicto social, y continúan latentes, ignoradas por el gobierno. ¿Pretende acaso distraer la atención en Cuba y Noruega?. Recordemos que Pastrana hizo lo suyo para ganar tiempo que le permitiera implementar el Plan Colombia, plan contraisurgente que pretendía desalojar toda la región andina para la entrada de las trasnacionales para explotar los recursos naturales. ALCA, IRA, fueron proyectos que pretendieron el apoderamiento de toda América Latina y que caminaron de la mano de este macabro plan.

Como conclusión, nos queda que el pueblo colombiano y nosotros desde la solidaridad política internacional, exijamos al gobierno colombiano, el cese el fuego en las montañas de Colombia, en las poblaciones, en las calles de ciudades, ante la protesta social, que el ESMAD deje de torturar estudiantes, que el ejército deje de perseguir a la población civil, que la política económica deje de favorecer a las trasnacionales y se proteja a las y los trabajadores. Es decir, cese la hostilidad contra la población, que de manera incansable sigue sosteniendo una lucha para  abolir unas causas que los están matando desde hace mas de seis décadas.