Colombia: Conflicto Interno, político, social y armado.
¿Se camina hacía la paz?
Por: Plataforma de Solidaridad con Colombia
Los que nos hemos acercado a Colombia, desde la perspectiva de la solidaridad política, con los movimientos sociales y populares, que desarrollan sus luchas en
pro de una Colombia distinta a la de la guerra y la barbarie a que se
nos tiene acostumbrados, recibimos cada intento de diálogo con el anhelo
de que esta vez sea posible. Sin embargo no podemos perder de vista los antecedentes históricos, así como los procesos de paz que anteceden al actual.
Los
Diálogos de la Uribe que se dieron durante el mandato de Belisario
Betancourt con las FARC-EP en 1984, dejó tras de si el Genocidio de la
Unión Patriótica, Partido político de carácter pluralista que buscaba, a través de las urnas, cambiar
la imagen pobre y desigual por la de un país en paz, justo y
equitativo. No hubo paz, y en Colombia además de continuar con el
conflicto armado, se incrementó el accionar del terrorismo de estado en
contra de la oposición política. Represión, asesinatos, desaparición forzada, desplazamiento y exilio quedaron en nuestro imaginario colectivo, y hoy permanecen en la memoria de muchos, en la lucha porque ese magnicidio no quede en la impunidad y no sea repetido.
El proceso de diálogo más cercano, fue el
del Caguán en 1998, durante la presidencia de Andrés Pastrana. La
comunidad internacional tuvo un gran protagonismo a través de los países
facilitadores y grupo de países amigos del proceso. Su final no muy
distinto al anterior proceso de diálogo.
Las zonas desmilitarizadas durante el procesos fueron copadas por
fuerzas militares y paramilitares, aniquilando a los habitantes de estas
regiones por considerarlos colaboradores del movimiento guerrillero;
detenciones arbitrarias, desplazamiento forzado, incremento del pie de
fuerza y la represión.
Si analizamos el lenguaje usado por el gobierno durante los diálogos del Caguán, vemos que no difiere mucho del actual. Es así
como de repente los gobernantes han visto la luz, que les permiten
visibilizar las causas que dan origen al conflicto y que definitivamente
hay que aniquilar para llegar a una paz verdadera.
Si analizamos algunos apartes encontramos puntos concretos como por ejemplo:
1.
El diálogo en medio de la guerra, cuyo significado era evidenciar la
voluntad de diálogo de las partes, clarificar que se podía llegar a un
acuerdo aunque en el resto de las regiones desmilitarizas se siguiera
confrontando. Hoy aunque no se desmilitarice y se haya decidido dialogar
fuera del país, se mantiene el pie de guerra.
2.
En cuanto a leguaje gubernamental, encontramos a un Pastrana y a un
Santos, convencidos de que el problema también es social, que la
desigualdad es el mal, que hay que trabajar por otro modelo de país. En
esta parte cabe traer a colación las palabras de quien fuera comisionado
de paz en el 2000, Fabio Valencia Cossio, quien en Alcalá de Henares, hablo de “el gran sentido de tolerancia”; y de que “queremos un país justo”; y algo mucho más significativo “Nosotros
estamos apuntando también, y en eso estamos de acuerdo con la
guerrilla, a solucionar los problemas estructurales del país: problema
económico, social y político” apuntaló además que “la paz es una política de estado”.
3. En cuanto a quienes se sentaron y se sientan en la mesa por parte del gobierno, recordemos
que Fabio Valencia Cossio tiene un hermano preso por vinculación a
grupos paramilitares, ese paramilitarismo del que anotaba “El segundo compromiso que hicimos es que la lucha contra el paramilitarismo, es una política de Estado”. Sin olvidar además que también Valencia Cossio, fue ministro de interior y justicia, con el gobierno de Alvaro Uribe Velez y su política de seguridad democrática, que
impulsó el accionar paramilitar en todo el país. También el actual
presidente participó como ministro de defensa y jefe de las fuerzas
militares durante la época de los falsos positivos del ejército.
4. ¿Y el general Naranjo? hoy sentado como parte del gobierno, de quien el periódico la Vanguardia apunta que “Tiene un lado oscuro”,
esto debido a la violación de derechos humanos a través de detenciones
colectivas y arbitrarias, y de quien también se dice ha estado vinculado
a grupos paramilitares; paradojicamente un hermano suyo está preso en Alemania por Narcotráfico, flagelo al que se mofa combatir.
Aclaramos
que con estas consideraciones, no pretendemos en ninguna medida opacar
la luz esperanzadora que se abre con las posibilidades del diálogo, a
una salida política a esta confrontación sin cuartel. Lo que intentamos
es que no sea una esperanza eufórica, si no consciente y vigilante con
lo que se pueda presentar.
Analicemos también el
momento actual, por qué al gobierno le interesa el diálogo ¿será por la
explotación agroindustrial y la megaminería? Recordemos que la
insurgencia ha propinado golpes al capital trasnacional, energético y
minero.
Si al gobierno realmente le interesa solucionar las causas del conflicto, ¿por qué intenta engañar al estudiantado,
que a través de la toma de las calles paralizó la ley 30, que pretende
encarecer la calidad y el acceso a la educación pública?; ¿Por qué
continúa estigmatizando a la oposición política a través de la
criminalización, como lo está haciendo con el Movimiento Social y
Político Marcha Patriótica?; ¿Por qué continúa haciendo caso omiso al
hacinamiento carcelario, a la negación de atención médica a las y los
presos políticos?; ¿por qué continúa aupando la agroinduistria y la
megamineria que arroja a miles de campesinos de sus territorios y
encarece el abastecimiento alimentario? ¿por qué prima el uso del agua
para la minería antes que para el consumo de la población?
Todas estas son causas de conflicto social, y continúan latentes, ignoradas por el gobierno. ¿Pretende acaso distraer la atención en Cuba y Noruega?. Recordemos
que Pastrana hizo lo suyo para ganar tiempo que le permitiera
implementar el Plan Colombia, plan contraisurgente que pretendía
desalojar toda la región andina para la entrada de las trasnacionales para explotar los recursos naturales. ALCA, IRA, fueron proyectos que pretendieron el apoderamiento de toda América Latina y que caminaron de la mano de este macabro plan.
Como conclusión, nos queda que el pueblo colombiano y nosotros desde la solidaridad política internacional, exijamos al gobierno colombiano, el cese el fuego en las montañas de Colombia, en las poblaciones, en las calles de ciudades,
ante la protesta social, que el ESMAD deje de torturar estudiantes, que
el ejército deje de perseguir a la población civil, que la política
económica deje de favorecer a las trasnacionales y se proteja a las y
los trabajadores. Es decir, cese la hostilidad contra la población, que de manera incansable sigue sosteniendo una lucha para abolir unas causas que los están matando desde hace mas de seis décadas.
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